sábado, 11 de febrero de 2012







El cerebro humano constituye el órgano más importante y de mayor complejidad del sistema nervioso, es un órgano que durante la infancia sufre cambios madurativos y que es altamente sensible a los estímulos externos. Anatómicamente lo podemos dividir en dos hemisferios derecho e izquierdo.
Los estudios neuroanatómicos han demostrado que el hemisferio izquierdo se especializa en el procesamiento del lenguaje y el hemisferio derecho en la percepción y procesamiento de la música.
El cerebro humano presenta una alta capacidad de aprendizaje y posee la propiedad de funcionar en situaciones extremas tanto orgánicas como funcionales, esta capacidad se denomina plasticidad cerebral.

A mediados del siglo XX, un médico otorrinolaringólogo francés Alfred Tomatis, inició una propuesta de rehabilitación dirigida a personas
con dificultades auditivas o de lenguaje.
Su
programa terapéutico consistía en la estimulación musical a través de escuchar piezas de Mozart y otros compositores clásicos, obteniendo cambios positivos en la rehabilitación del lenguaje y en el desarrollo del habla, a este efecto se le ha denominado “efecto Tomatis”. Asimismo este eminente médico, elaboró un nuevo modelo de crecimiento y desarrollo del oído humano y reconoció que el feto escucha sonidos dentro del útero materno (tales como los movimientos de la digestión, los ritmos cardíacos y la respiración de la madre). Observó también que el recién nacido se relaja cuando oye la voz de la madre.
En 1993, Rauscher y colaboradores de la Universidad de California, publicaron los resultados obtenidos en una investigación realizada con grupos de estudiantes universitarios, a quienes se les expuso a escuchar durante 10 minutos una sonata de Mozart, logrando puntuaciones altas en las pruebas de habilidades visuoespaciales y cognitivas en general, así como un incremento transitorio del cociente intelectual. A este hallazgo se le denominó “efecto Mozart”.
Estudios posteriores han demostrado que el escuchar música de Mozart desencadena cambios de conducta (en relación a estados de alerta y calma), afectividad (induce estados emotivos) y metabólicos (aumento del contenido de calcio y dopamina en el cerebro).

Las investigaciones que se han referido al efecto de la música
sobre el cerebro infantil, han coincidido en que ésta provoca una activación de la corteza cerebral, específicamente las zonas frontal y occipital, implicadas en el procesamiento espaciotemporal.
Asimismo al evaluar los efectos de la música a través de registros de electroencefalogramas, se ha encontrado que la música no sólo genera el desarrollo de habilidades, destrezas o capacidades desde la perspectiva de la música, sino además fortalecen sustancialmente la calidad de los aprendizajes en los niños provocando:
• Aumento en la capacidad de memoria, atención y concentración.
• Mejora en la habilidad para resolver problemas matemáticos y de razonamiento complejos.
• En la manera de expresarse.
• Introduce a los niños a los sonidos y significados de las palabras y fortalece el aprendizaje.
• Brinda la oportunidad para que los niños interactúen entre sí y con los adultos.
• Estimula la creatividad y la imaginación infantil.
• Al combinarse con el baile, estimula los sentidos, el equilibrio, y el desarrollo muscular.
• Provoca la evocación de recuerdos e imágenes con lo cual se enriquece el intelecto.
• Estimula la espontaneidad, la perseverancia, la confianza en uno mismo, y la adquisición del esquema corporal. En definitiva, la capacidad de aprendizaje.

No quedan dudas que el beneficio de la música trae un buen desarrollo infantil, brindémosle entonces a nuestros niños un espacio para desarrollar esta habilidad.
Publicado por Crearte.




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